Ser inteligente es trabajar un sábado, domingo y un lunes en la
Feria Internacional de Colonia y salir el martes disparado hacia
Ámsterdam para introducirse en sus calles peatonales como un
turista más. De noche, con los pies deshechos y la cabeza llena
de imágenes regresar en un tren expreso de nuevo a Colonia. Yo
soy inteligente.
Entre Utrecht y Colonia (en tren) a 08/03/98
¡Holanda! La nación con los mayores índices económicos de
riqueza de Europa.
¡Ámsterdam! La ciudad fundada por pescadores de agua dulce, pues
Amster es el nombre propio y Dam significa “río”. En esta
ciudad, a principios de los años 80, parte de una juventud
inconformista asaltó casas y fábricas no habitadas, instalándose
en ellas. Fueron varios cientos de jóvenes. Llegaron a miles.
Nacieron los “squatters”. Obligados a salir de sus habitáculos
por la policía y ante la negativa de aquellos, llegaron a
provocar un caos parecido a una guerra. Pero ya pasó todo y
ahora el gobierno esta arreglando los destrozos ocasionados en
los edificios.
Por fin he podido ver Ámsterdam con sol. En anteriores ocasiones
nevaba, llovía o había niebla. Esta vez un sol luminoso me ha
dado la alegría de poder compartir con el todo un día. Sé que
esto es una gran suerte pues aquí se pasan hasta 60 días
seguidos sin ver el sol. Y más aun en esta época invernal.
Solo he podido ver un poco la ciudad. Calles y más calles
peatonales, con establecimientos comerciales enfocados a la
venta de artículos de consumo de los turistas o juventud local.
Ámsterdam le hace la competencia a Londres en el movimiento
juvenil “ultra”.
Aquí se crean “corrientes” que después imitará la juventud de
todo el mundo.
En la sombra del monumento nacional en honor y homenaje de todos
los holandeses muertos en la IIª Guerra Mundial, en la Plaza Dom,
en el corazón de la ciudad, se trafica con droga dura, ya sea
una dosis o un acuerdo entre camellos para mil.
Por los canales navegan las más dispares barcazas y muchas
madrugadas aparece en una de ellas el cuerpo de una joven rubia
victima de sobredosis.
La juventud aquí se quier hacer “notar” y chicas con pelos
teñidos de rojo y gomina a tope, con crestas puntiagudas
trabajan de dependientas en una frutería mientras que otras con
minifalda hasta el culo y con medias negras son dependientas de
una boutique. Los chicos van muy abandonados, pero los prefiero
a los pulcros de ojos maquillados y melenitas a lo “garçon”
vestidos a lo “Ferrari”. He visto, creo, a mujeres jóvenes de no
más de 30 años sin luz de vida en sus ojos.
Verás, Ámsterdam es la ciudad de la libertas. Aquí el sexo ya
está pasado de moda. Aquí aberraciones-violencia-sexo-droga
están entre la juventud. Es lógico que sin el amor todo se
consuma rápido.
Tengo que suponer que la gran parte de la juventud tiene que
saber del amor. Sin el amor no hay porvenir. Sin porvenir no hay
futuro. Sin futuro no hay país.
El nivel económico es tan alto que deja sin ilusiones a la
juventud. A los 20 años ya lo han conseguido todo. Formación
profesional, coche y posiblemente un pequeño apartamento. La
seguridad cotidiana de la alimentación y el vestir está
garantizada por el gobierno.
Si un joven neerlandés sale “corto de miras” el futuro que ve
es: Nada.
Kim Mititieri i Garcia
10 de marzo de 1998
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